sábado, 3 de octubre de 2020

Claros como el Agua



"Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad y guíame en el camino eterno." Salmos 139:23-24

 

Muchas Bendiciones a todos, me alegro mucho poder compartir contigo otro de mis blogs. Hoy quiero hablarles del rey David. Un hombre que fue descrito como uno conforme al corazón De Dios (1 Samuel 16:18) pero que a través de la biblia podemos ver que no era perfecto, que pecó y tomo malas desiciones. 


Yo comencé a estudiar un poco sobre él para poder entender el porque Dios lo describía de tal forma y pude encontrar que era un hombre fiel, humilde, leal, tierno, valiente guerrero, sabía como llamar la atención de Dios y sobre todo luego de haber pecado supo reconocerlo y demostró un arrepentimiento genuino. 

David era conforme a Él corazón De Dios no porque fuera perfecto si no porque tenía la humildad suficiente para reconocer sus fallas.  David, que conocía a Dios en lo íntimo y sabía lo que le agradaba y lo que no,  al pecar supo que le había ofendido y tuvo necesidad de ir corriendo a su presencia pidiéndole que lo purificara y limpiara de toda maldad. Él le pidió a Dios que creara en él un corazón limpio pues sabía que solo los "limpios de manos y puros de corazón" entrarían a ese lugar santo, El lugar de su presencia.  David sabía que Dios no desprecia a un corazón contrito y humillado (ver Salmos 51:17). 

Es a través de la intimidad con Dios que podemos descubrir las áreas en nuestras vidas que necesitan ser limpiadas y  los deseos de el corazón De Dios para con nosotros.  Por esto, te exhorto a que si no lo has estado haciendo comiences a intimar con tu padre y así como el salmista le pidas que te examine y que te muestre que necesitas entregar para poder ser usado. 

Muchos queremos disfrutar de los beneficios de servirle a Dios pero vivimos con corazones y manos contaminadas y así queremos servir en su reino pero para que Dios pueda usarnos y bendecir nuestras vidas es necesario ser claros como el Agua.  (ver Salmos 51:12-13)

Tenemos que acudir a nuestro Dios y reconocer cuando hemos fallado, pedirle que nos lave de toda maldad y nos limpie de nuestros pecados.  

Esto deberíamos hacerlo a diario pues a diario le fallamos a Dios sea consciente o inconscientemente. Al hacer esto y rendir nuestras vidas para ser usadas podremos llevar a otros las buenas nuevas del evangelio. Podremos ser instrumentos limpios y útiles en las manos De Dios de este modo llegaremos a ser claros como el agua y conformes a su corazón. 
  
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¡Bendice Alma mía a Jehová!